Rosa de Plata – Una Vida, Una Rosa

Programa de La Rosa de Plata

Nuestra Señora de Guadalupe ha hecho tanto por su pueblo en México, que en 1960 los Escuderos Colombinos, la organización juvenil oficial de Caballeros de Colón, quiso darle algo a cambio.

El grupo, encabezado por el Hermano Miguel Martínez Estrada, el Gran Caballero Andreas Saucedo y el Padre Margil De Jesús del Consejo Nuestra Señora de Monterrey 2312 de Caballeros de Colón en Monterrey, México, tuvieron la idea de llevar una rosa hasta la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en Monterrey, México. Los Escuderos estaban tan entusiasmados que deseaban invitar a otros Escuderos de otros dos países del norte del Continente Americano. Hicieron un llamado a los Escuderos de Laredo, Texas, y de London, Ontario. Los Escuderos canadienses pidieron iniciar el relevo de la marcha de la Rosa desde ahí por todo Estados Unidos hasta concluir en México.

Hoy cuatro rosas realizan la marcha por diferentes rutas de América del Norte, de Canadá a México pasando por 38 estados de EE.UU. y cinco provincias de Canadá antes de reunirse en Laredo, Texas. En 2013 había cinco rosas viajando simultáneamente. La quinta rosa viaja por Nueva Inglaterra y termina su recorrido el día de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el 12 de diciembre, en la Iglesia de St. Mary en New Haven, el lugar de nacimiento de Caballeros de Colón. (Se han emprendido iniciativas para establecer una sexta ruta y quizás se convierta en realidad para el programa de 2014).

Temprano, en una fría mañana del día sábado (9 de diciembre de 1531), Juan Diego, bautizado en la fe después de adulto en 1523, se dirigía a participar en la misa a unos cuatro kilómetros de Tlateloco, donde había una iglesia y donde los españoles habían finalizado su conquista de México unos diez años antes. De pronto, escuchó música hermosa y la voz de una mujer que lo llamaba desde la cima del cerro del Tepeyac, por el que él estaba pasando en ese momento. En la cima vio una hermosa mujer que le reveló que era la Santísima Virgen. Ella le indicó que fuera a ver al obispo y que le dijera que debía construirse un templo en honor de ella en la base del cerro. Juan Diego fue inmediatamente al obispo Juan de Zumárraga, quien lo recibió amablemente, pero se mostró renuente a creer su historia. Juan Diego volvió al cerro para informar su fracaso. La Señora le dijo que volviera al obispo y que le repitiera la solicitud. El domingo (10 de diciembre) Juan Diego volvió al obispo quien, luego de muchas preguntas, dijo que quería algún tipo de señal ante de creer que era realmente Nuestra Señora la que había aparecido. Juan Diego transmitió el mensaje a la Señora, quien le dijo que volviera al día siguiente, cuando cumpliría con su solicitud. El lunes (11 de diciembre), sin embargo, el tío de Juan Diego se enfermó gravemente, así que no pudo volver al Tepeyac. Luego de un día de búsqueda infructuosa de alguna persona que pudiera ayudar a su tío, Juan Diego le dijo que traería un sacerdote la mañana siguiente para que él pudiera confesarse y morir. Muy temprano la mañana del martes (12 de diciembre), mientras corría hacia Tlateloco para buscar un sacerdote, tuvo que pasar por el cerro del Tepeyac. Como pensaba que era mejor no dejar que la Señora interrumpiera su misión de misericordia, decidió pasar de largo por el otro lado del cerro. Pero la Señora bajó del cerro para encontrarse con él. Luego de escuchar su explicación por no cumplir con la cita, le dijo que su tío no moriría de la enfermedad, y que estaba sano. (Esa misma mañana, la Señora había aparecido a su tío y lo había curado.) Juan Diego se sintió muy aliviado. La Señora le dijo que fuera a la cima del cerro y que recogiera las flores que encontraría allí. Al llegar a la cima, encontró en la tierra congelada un milagroso jardín de rosas que no eran oriundas de la zona. Recogió algunas y se las llevó a la Señora que las acomodó en su manto. Le dijo que se las llevara al obispo como la señal que él había solicitado. Cuando Juan Diego llegó para dárselas al obispo, abrió su manto y las rosas cayeron al suelo. Ambos descubrieron algo todavía más asombroso: había un notable retrato de Nuestra Señora grabado sobre la tosca tela del manto. La imagen y el manto se exhiben para veneración de los fieles al día de hoy en la Insigne y Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de Mexico, DF. El Papa Juan Pablo II beatificó a Juan Diego en 1990. El 31 de julio del 2002 el Santo Padre visitó la Ciudad de México y declaró santo al Bienaventurado Juan Diego. El día festivo de San Juan Diego es el 9 de diciembre, y la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe se celebra el 12 de diciembre.

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